Me he subido a la parte más alta de la azotea. Ya se que es raro subirse en mitad de la noche con el tiempo que hace; pero cuando se tiene una migraña galopante y ningún migral a mano se tiende a no pensar las cosas de forma muy coherente que digamos.
En fin; Ya en la azotea, con un viento que aullaba y que se te metía en los huesos, me he dedicado a sacar fotos del panorama y luego simplemente he encendido un cigarrillo y me he quedado mirando la ciudad mientras temblaba de frío. Pero no quería irme, quería seguir mirando; era como estar hipnotizado, pero no me importaba, porque mi cabeza se relajo un poco y pude disfrutar de las vistas que se extendían hasta el horizonte. Miles de luces y de edificios sólo para mis ojos.
Era como si sólo estuvieramos la ciudad y yo; en una especie de comunicación primitiva que no admitía palabras.
1 comentario:
Para anda extraño lo que hiciste. Lo experimenté muchas veces, también. La mezcla de sonidos y luces con ese viento que parece que te envuelve y ese panorama que parece haber esperado por ti siempre.
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